Independientemente del contexto donde aflore o se desencadene el conflicto, sea este de carácter comunitario, escolar, institucional, familiar etc., éste mostrará un ciclo evolutivo de elementos relacionados entre sí, tal y como podemos apreciar en la siguiente figura:
Dicho eso el problema no es entonces el conflicto, sino su mala gestión. El conflicto es condición para la reflexión y, en consecuencia, para el avance en cualquier campo. Sin conflicto no hay progreso ni transformación. Nos impulsa a pensar, idear y resolver: nos saca de la inercia y la pasividad. El auténtico problema surge cuando no se gestiona bien ni “técnica” ni emocionalmente esa cuestión, cuando prevalece el desinterés por solucionarlo o la imposición como única alternativa, cuando el problema se atraganta por dificultades de comunicación o por liderazgos mal entendidos.
Etapa I: Oposición o incompatibilidad potencial
El primer paso es la presencia de condiciones que generen oportunidades para que surja el conflicto. No necesitan llevar directamente al conflicto, pero, al menos, una de estas condiciones es necesaria si el conflicto va a emerger.
Etapa II: Cognición y personalización
Se requiere de la percepción. Por tanto, una o más de las partes debe tener conocimiento de la existencia de condiciones antecedentes. Sin embargo, el hecho de que el conflicto sea percibido no significa que está personalizado. Es a nivel de sentimiento cuando los individuos se involucran emocionalmente, las partes experimentan ansiedad, tensión, frustración u hostilidad.
Etapa III: Intenciones
Son decisiones para actuar de una forma dada.
Etapa IV: Comportamiento
La etapa de comportamiento incluye declaraciones, acciones y reacciones llevadas a cabo por las partes en el conflicto.
Etapa V: Resultados
La interacción acción-reacción entre las partes en conflicto tiene consecuencias, pueden ser buenas o malas.
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